Crece la preferencia en México y en el mundo sobre un nuevo modelo de “familia”, esa en la que un animal toma el lugar central dentro del núcleo familiar y se convierte en algo así como el sustituto de un hijo.

Para muchos, los llamados perrhijos o gathijos son aquellos que comen alimento especial, visten y en ocasiones calzan, además les celebran fiestas de cumpleaños, hacen ejercicio con sus dueños, tienen sus propias cuentas en redes sociales y los llevan de viaje porque, aseguran, son un integrante importante de la familia, como si fueran sus propios hijos.

Esto, que para muchos podría parecer un chiste, es una de las tendencias que ha mostrado mayor crecimiento en términos de popularidad. Los vocablos “perrhijo” y “gathijo” fueron acuñados en 2011 en México. La idea era combinar, en una misma palabra, el concepto perro e hijo o gato e hijo y evidenciar una nueva tendencia: dar trato de niños dentro del núcleo familiar a una mascota.

En este sentido, la tendencia por humanizar a los animales ha llegado a escenarios inimaginables, pues ahora las mascotas pueden tener seguros de vida que cubren desde una simple visita al veterinario hasta gastos médicos mayores y de terceros por ataques. Las funerarias ofrecen servicios especializados de cremación e incluso marcas high fashion como Moschino han lanzado colecciones para mascotas y restaurantes como Cedrón, en la colonia Condesa, en la capital del país, ofrecen menús especiales para perros.

De acuerdo con la psicología no existe un estudio que afirme que entre más consideraciones se les tenga, los animales sienten más amor por sus dueños. Por otro lado, las marcas y su mercadotecnia se valieron de la simpatía de las mascotas para conectar más con sus seguidores, así fue como surgieron los perros “influencers”. Los dueños crearon perfiles en redes sociales para publicar las mejores fotos de sus mascotas y, poco a poco, llevarlos a la fama.

¿Es bueno o malo tener perrhijos?

Agregan estudios de psicología que cuando le colgamos un cascabel a un gato, cuando le ponemos moños a un perro, cuando vestimos a un hurón, cuando paseamos a una mascota en un carrito, lo estamos apartando de su esencia natural. Un perro quiere ir olfateando, un gato sufre si se le encierra.

Tanto daño hacen quienes le compran una mascota a un niño y, cuando se dan cuenta de que el perro, el gato, el hámster, el canario no es un juguete sino un ser vivo que tiene necesidades y luego los abandonan, como los que le quieren dar a un animal una condición que no tiene ni podrá tener. El riesgo de concebir a un perro como un perrhijo o un gato como gathijo es perder de vista sus necesidades como perro o como gato.

Datos del Consejo Nacional de Población señalan que desde el año 2000 muchos jóvenes han preferido adoptar animales que tener hijos. Según el INEGI y Euromonitor Internacional  a partir de ese mismo año (2000) el número de nacimientos en el país ha ido disminuyendo. 

En 2017, México facturó 2 mil 78 millones de dólares en alimento para animales de compañía, lo que representa un 112 por ciento más que los 980 millones invertidos en alimento de bebé, según datos de Euromonitor International.

Las familias: ¿Prefieren perros o gatos?

Entre las mascotas, los perros son los favoritos de los hogares de los mexicanos, a pesar de la creciente tendencia por adoptar gatos. De acuerdo con la Reforma Hacendaria, las mascotas, desde 2014, están consideradas como un “artículo de lujo”, por ello el alimento para animales de compañía no quedó exento del gravamen del IVA (16%).

Alejarnos del logos (partiendo de la filosofía de Aristóteles), es decir de aquello que nos dicta la misión para la que estamos en este mundo, es perder la esencia de lo que somos. Está bien reformar lo que existe, buscar nuevas formas, alentar la creatividad. Pero, cuidado, ¿qué pasa cuando los planteamientos que se hacen nos alejan de la realidad?

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